Necesito que dibujes mis rodillas otra vez - Clara Esborraz
6 jun 2017
Necesito que dibujes mis rodillas otra vez
Una mano existe porque un dibujo se dibuja a él mismo.
Se delinea todo el contorno de su cuerpo.
Del alcohol etílico, del papel ilustración.
En partes que sostienen cosas para comer, matar o simplemente pasarla bien.
En mitades opuestas, complementarias y a veces en tríos.
También hay dibujados espacios vacíos.
Hablamos mucho del original caído.
Del negro que se quiebra en las rayas
y el papel que resiste.
Del charco de tinta de un pasado como pintora.
Y si este papel fuera Fabriano?
me comería la lapicera.
La aparición de algún pelo en la galería Diego Obligado
sería una realidad extendida.
Un dibujo de una raya indeterminada
de alguien que no usa un buen champú.
¿Ese pelo se habrá caído por precario, por muerto?
Todos somos personas saludables y comunicativas.
Seres que evolucionan sin importar dónde esté su subjetividad.
Como cuando digo que mi subjetividad no es mía.
Esa raya, aunque no sea del dibujo,
tampoco existe alguna posibilidad de que no sea mía.
Esa mano primera que se estira hasta las rodillas
se retuerce para pinchar sin saberlo.
Como dos caballos que intentan abrazarse
a una roca.
O dos leones petrificados
que todavía pueden cazar.
De la mitad para allá.
Más allá.
La textura del papel finito viaja en un sonido.
Una vez más, el alcohol etílico de la experiencia,
exagerada y negra como el negro que se quebraba.
Veo un gato.
Y si me sueno los dedos rompo una ramita.
¿De nuevo una roca?
No, un pedestal.
Sebastián Desbat
Sebastián Desbat











