La escuela de la noche
Pauline Fondevila
Desde: 13 sept 2023
| Hasta: 11 nov 2023
Texto: Agustín González
LA ESCUELA DELCAFÉ
En esta casa viven libros. Libros que antes fueron cajas abandonadas en la calle, en la puerta de un comercio, al costado de un container de basura. Ahora viven en una casita de cartón, en la ribera de la noche, al abrigo del fuego devorador. Es una casa editorial de libros náufragos. Su editora es una bruja pirata.
A diferencia de Libro sin tapas de Felisberto, estos libros solo son tapas, porque el contenido está en otro lado. En nuestra mente hay una biblioteca que replica a su manera una biblioteca exterior, con libros que leímos, que desearíamos leer o haber leído, con libros que otros leyeron.
Muchas veces, lo que une recuerda de un libro es la sensación que tuvo al leerlo y no su trama (o las palabras con las que trabajosamente fue escrita) y basta con ver su título en una tapa para suscitar esa sensación: yo leí este libro…
Al estilo de Eloísa, Pauline sigue la tradición del reciclaje. Pero ella se recicla material y espiritualmente. En la secuencia simbólica casa–libro–noche–isla–biblioteca hace compost con su propia producción: lleva a cabo una economía de supervivencia: producir sin gastar, rechazar el sobreconsumo.
Me dice mientras tomamos un café en nuestro actual bar preferido: “Los libros siempre fueron refugios de resistencia. Y creo que sigue siendo la mejor herramienta de emancipación. Probablemente en el futuro no existan más y tengamos que reproducirlos manualmente y de memoria.”
Yo no era de tomar café en bares hasta que la conocí a Pauline. Desde entonces hacemos juntes una deriva por bares céntricos: Laurak Bat, El Molino, El Ancla, La Sede, Capote, Junior, Pasaporte, Quillagua, el bar de la Fluvial, Davis, el bar del barco Ciudad de Rosario.
Por lo general son bares con alusiones marinas o fluviales, o que están mirando el río, porque Pauline es una marinera empedernida, una náufraga que salió de Le Havre, una ciudad portuaria en el norte de Francia, y después de deambular por Barcelona, una ciudad que da al mar, vino a Rosario, a la vera del Paraná.
Las mesas de los bares son pequeñas islas en las que nos encontramos. Siempre tomamos lo mismo: café con leche, ella sin azúcar, yo con. Si a veces pedimos unas medialunas, ella saladas, yo dulces.
El primer café lo habremos tomado en 2011, en el pasaje PAN, en su oficina, la 26, o en la mía, la 13, sin saber que se convertiría en una amistad y una escuela de vida, en la que hablamos de todo: actualidad política, ecología, historia, libros, series, podcasts, personajes y artistas olvidados, fantasías, insomnios, recuerdos, viajes y recetas de cocina…
Tomando café soñamos con hacer un libro sobre bares, o una novela que transcurra en bares. En una época fumábamos, así que a la charla y el café se agregaba el humo blanco del cigarrillo. Por suerte ya no fumamos más tabaco.
Actualmente nos citamos en un bar por calle Corrientes que queda equidistante de nuestras casas. No nos acordamos del nombre. Es chiquito y todo revestido en madera. Es como un pequeño secreto que pasa desapercibido.
Pauline me cuenta que empezó a pintar al óleo y que decidió el nombre de la muestra, y me invita a escribir un texto que la acompañe. Vuelvo a casa caminando, pensando qué voy a escribir: ¿será que tomamos demasiado café? ¿Será que nos autoprovocamos el insomnio porque la noche es una escuela y estamos deseosos de aprender, de conocer qué tiene para enseñarnos?
Agustín González
Agosto, 2023
Texto: Agustín González
LA ESCUELA DELCAFÉ
En esta casa viven libros. Libros que antes fueron cajas abandonadas en la calle, en la puerta de un comercio, al costado de un container de basura. Ahora viven en una casita de cartón, en la ribera de la noche, al abrigo del fuego devorador. Es una casa editorial de libros náufragos. Su editora es una bruja pirata.
A diferencia de Libro sin tapas de Felisberto, estos libros solo son tapas, porque el contenido está en otro lado. En nuestra mente hay una biblioteca que replica a su manera una biblioteca exterior, con libros que leímos, que desearíamos leer o haber leído, con libros que otros leyeron.
Muchas veces, lo que une recuerda de un libro es la sensación que tuvo al leerlo y no su trama (o las palabras con las que trabajosamente fue escrita) y basta con ver su título en una tapa para suscitar esa sensación: yo leí este libro…
Al estilo de Eloísa, Pauline sigue la tradición del reciclaje. Pero ella se recicla material y espiritualmente. En la secuencia simbólica casa–libro–noche–isla–biblioteca hace compost con su propia producción: lleva a cabo una economía de supervivencia: producir sin gastar, rechazar el sobreconsumo.
Me dice mientras tomamos un café en nuestro actual bar preferido: “Los libros siempre fueron refugios de resistencia. Y creo que sigue siendo la mejor herramienta de emancipación. Probablemente en el futuro no existan más y tengamos que reproducirlos manualmente y de memoria.”
Yo no era de tomar café en bares hasta que la conocí a Pauline. Desde entonces hacemos juntes una deriva por bares céntricos: Laurak Bat, El Molino, El Ancla, La Sede, Capote, Junior, Pasaporte, Quillagua, el bar de la Fluvial, Davis, el bar del barco Ciudad de Rosario.
Por lo general son bares con alusiones marinas o fluviales, o que están mirando el río, porque Pauline es una marinera empedernida, una náufraga que salió de Le Havre, una ciudad portuaria en el norte de Francia, y después de deambular por Barcelona, una ciudad que da al mar, vino a Rosario, a la vera del Paraná.
Las mesas de los bares son pequeñas islas en las que nos encontramos. Siempre tomamos lo mismo: café con leche, ella sin azúcar, yo con. Si a veces pedimos unas medialunas, ella saladas, yo dulces.
El primer café lo habremos tomado en 2011, en el pasaje PAN, en su oficina, la 26, o en la mía, la 13, sin saber que se convertiría en una amistad y una escuela de vida, en la que hablamos de todo: actualidad política, ecología, historia, libros, series, podcasts, personajes y artistas olvidados, fantasías, insomnios, recuerdos, viajes y recetas de cocina…
Tomando café soñamos con hacer un libro sobre bares, o una novela que transcurra en bares. En una época fumábamos, así que a la charla y el café se agregaba el humo blanco del cigarrillo. Por suerte ya no fumamos más tabaco.
Actualmente nos citamos en un bar por calle Corrientes que queda equidistante de nuestras casas. No nos acordamos del nombre. Es chiquito y todo revestido en madera. Es como un pequeño secreto que pasa desapercibido.
Pauline me cuenta que empezó a pintar al óleo y que decidió el nombre de la muestra, y me invita a escribir un texto que la acompañe. Vuelvo a casa caminando, pensando qué voy a escribir: ¿será que tomamos demasiado café? ¿Será que nos autoprovocamos el insomnio porque la noche es una escuela y estamos deseosos de aprender, de conocer qué tiene para enseñarnos?
Agustín González
Agosto, 2023